Clara Billoch: su cantero ideal

Clara Billoch. Foto: gentileza Clara Billoch

La talentosa paisajista nos cuenta cuál es cantero que prefiere para su jardín:

Diseñar y plantar canteros ha sido desde el comienzo de mi práctica, mi pasión.  Recuerdo los canteros en la casa de mi madre llenos de marimonias, lirios y nomeolvides.

El trabajo en un cantero combina la práctica jardinera en todas las estaciones, puesto que la demanda es permanente, sumado al trabajo de diseño, eso es lo que lo hace tan fascinante.

Si bien los canteros pueden estar compuestos de diferentes tipos de plantas: arbustos bajos, bulbosas, herbáceas perennes, gramíneas o anuales, mi preferencia está inclinada hacia aquellas plantas de flor: herbáceas perennes o anuales, y gramíneas, porque me gusta sentir el paso de las estaciones, aunque esto implique tener un invierno desnudo.

Me agradan mucho las anuales de resiembra espontánea, como por ejemplo, las amapolas, las espuelas de caballero y las orlayas para la primavera temprana; y las zinnias y los cosmos, para el recambio de verano.

También las gramíneas medianas y bajas, tales como el Panicum virgatum ‘Shenandoha’, el Pennisetum ‘Moudry’ y el Eustachys distichophylla, que es una gramínea nativa. Con las gramíneas, hay que considerar que el suelo sea muy bien drenado y se dé el pleno sol, condición fundamental para que crezcan bien.  Además, hay que tener cuidado, ya que algunas especies pueden tornarse invasoras.

En el caso de las herbáceas perennes, me atraen fuertemente el Penstemon ‘Garnet’, que florece desde la primavera hasta el final del otoño; todas las salvias en general y, en especial, la Salvia x sylvetris o Salvia nemorosa, la Salvia ‘Nachtvlinder’ y todas las del grupo Salvia x jamensis. También, la Salvia ‘African Sky’, que combina muy bien con los Agapanthus azules, con sus flores que son del mismo color, pero chiquitas; y la Salvia ‘Nelson’, que es una rastrera muy florífera.

Otra planta que me gusta mucho usar es el Teucrium hircanicum, que es una herbácea perenne que, por otra parte, tiene la ventaja que se resiembra sola muy bien. Y por supuesto, al Echinacea purpurea, que florece en primavera y finales de verano, y, aunque hay que cuidarla en el invierno ya que desaparece, vale la pena el esfuerzo.

Lo bueno de este oficio es que nunca te aburrís porque siempre se descubren plantas y combinaciones nuevas, y cuando llega el otoño, si algo funcionó mal, ¡siempre se puede volver a empezar!

@clarabilloch