Clavel del aire: no es una planta parásita
Es frecuente considerar que el clavel del aire (Tillandsia sp.) es una gran amenaza de las plantas del jardín. Sin embargo, esto únicamente ocurre en los casos en que se convierte en una plaga: hay tantos, que impiden el buen desarrollo del ejemplar en el que se ubican.
Para entender mejor el tema, lo primero que se necesita saber es que no son plantas parásitas como suele creerse; es decir, no absorben nutrientes del ejemplar hospedante. Un claro ejemplo de esto es que, además de vivir sobre otras plantas, lo pueden hacer también, por ejemplo, en los cables del tendido eléctrico.
Perteneciente a la familia de las Bromelias (como el famoso fruto: ananá), los claveles del aire son plantas epífitas: por lo habitual, desarrollan su ciclo de vida ubicándose sobre una planta (de preferencia leñosa, como son los árboles). Las raíces no funcionan como órganos de absorción (incluso, es frecuente que ni siquiera lleguen a tocar el suelo), sino que son adherentes.
Se las encuentra en diversas provincias del país (Córdoba, Salta, San Luis, etc.), pero es en Buenos Aires donde se ha evidenciado, en las últimas décadas, un crecimiento significativo de la población de estas plantas.
¿Cuál es el daño que producen? Dificultan el proceso de fotosíntesis, respiración y transpiración cuando, debido al sombreado que producen sobre la planta, la mayoría de ellas quedan cubiertas de claveles. Como daño adicional, puede decirse que representan el albergue de plagas animales
Por esta razón, es importante manejar el crecimiento del clavel del aire de manera adecuada para evitar que se convierta en una plaga y afecte negativamente el desarrollo de otras plantas en el jardín.