Camelia: elegancia y color para los jardines sombríos
Arbusto de porte mediano, la Camellia japonica es ideal para sumar a un espacio verde que desea verse lleno de flores en los meses fríos del año.

Entre las joyas del jardín que despiertan admiración por su belleza y resistencia, la camelia (Camellia japonica) ocupa un lugar privilegiado. Este arbusto, de follaje perenne, deslumbra por su floración abundante entre fines del otoño y comienzos de la primavera, y ofrece un espectáculo de color cuando la mayoría de las plantas se hallan en reposo. Sus flores, simples o dobles, pueden presentarse en tonos blancos, rosados, rojos o en las combinaciones de estos, lo que amplía aún más su atractivo ornamental.
Originaria de climas templados y húmedos, la camelia se desarrolla mejor en condiciones de sombra parcial, protegida por árboles más altos que la resguarden del sol directo y del viento. Lejos de lo que se podría suponer, el frío moderado no la perjudica, sino que, por el contrario, realza la intensidad del color de sus flores y mejora su calidad. Sin embargo, ¡atención!: es sensible a las heladas severas; y, por otro lado, las altas temperaturas, junto con la baja humedad, pueden decolorar sus pétalos y debilitar la planta.
La clave del éxito: para que la camelia luzca con todo su esplendor, es indispensable plantarla en suelos ácidos, con un pH entre 5.5 y 6.5, ricos en materia orgánica y con un drenaje excelente, pero que también retengan suficiente humedad. El riego regular y abundante es crucial, en especial, durante la floración y en la etapa de formación de los nuevos brotes. La falta de agua puede provocar que los capullos no lleguen a abrirse correctamente y disminuyan, así, su valor decorativo.
Entonces, incorporar camelias al jardín es apostar por una belleza refinada y duradera, capaz de aportar vida y color durante los meses más fríos del año. ¿Qué mejor manera de enriquecer nuestros espacios verdes que con estas flores tan nobles como resilientes?